viernes, 2 de abril de 2010

Último día en Kioto y primero en Tokio

Esta vez no escribo desde un tren, si no desde el hotel de Tokio. Estamos reorganizando la maleta para conseguir meter todas las compras sin que nos cobren 200 euros extras... que Buda nos coja confesados. En mi caso particular, todas las compras llenan la maleta de mano... queda por ver si superan los 8 kilos permitidos (en la foto de abajo vemos a DaDy  preparandose para usar la tecnica secreta ninja del tetris).. Pero de todo esto ya es mantiene al día DaDy, yo me vuelvo a centrar en el viaje



En las impresiones del viaje, nos quedamos en el último día de Kioto. Ese día fuimos a ver el norte y centro de la ciudad, empezando por el Kinkakuji, el pabellón dorado. El edificio en si es muy similar al Ginkakuji de hacía dos días, pero este si que es dorado. Además hay un jardín que lo rodea... por desgracia nada más llegar empezó a llover, y no pudimos disfrutar del reflejo del pabellón en el lago, que dicen que es más bonito que el Kinkakuji en si.


Al salir, empezamos a caminar hacía el Ryoanji, el templo del dragón durmiente. Es conocido por tener un jardín seco (arena rastrillada haciendo ondas, con piedras dispuestas estrategicamente para ayudara  meditar) espectacular... que aunque lo es, es enanísimo y a mi me supo a poco.



Para acabar fuimos al templo Ninnaji. Se trata de un gran complejo con varios edificios y jardines (entre ellos uno seco) célebre entre los nipones por ser el único sitio donde hay cerezos de ramas bajas (llamados sakura omuro, en honor al antiguo nombre del templo).



Después de comer fuimos al palacio imperial. Por desgracia no pudimos visitarlo porque solo admite visitas por la mañana, pero pudimos pasear por sus jardines. Ese día hizo mucho frío, y como ya hemos dicho llovía...pero de golpe dejo de llover, y se puso a nevar. Y que nevada señores, durante un cuarto de hora parecía Barcelona :D. Después se pasó toda la noche nevando, y el resultado ya lo visteis en el artículo anterior.



Al día siguiente cogimos el tren hacía Tokio, bordeando el monte Fuji que es precioso (lástima que no le hice fotos en ese momento). Después de dejar las maletas en el hotel Edoya, fuimos a Akihabara a hacer una primera toma de contacto. Dios mio, espectacular. La cantidad de tiendas de videojuegos, manga, anime, frikismo o directamente porno (estamos hablando de tiendas de 6 plantas en todos los casos) es inabarcable. Podemos encontrar tiendas inmensas solo de juegos retro, con cartuchos de todas las consolas conocidas. O varias plantas de merchandising de  series y videojuegos, con miles de llaveros y gazapones (bolas de poner 2 monedas y te caiga algo, o su hermano mayor: cajas con una figura aleatoria dentro de una serie de entre 5 y 10 posibles, su valor varía entre 200 y 1500 yenes dependiendo lo currado). La idea era solo mirar para comprar el viernes, pero fue imposible, las primeras compras fueron inevitables.




Por la tarde fuimos a la torre de Tokio a ver anochecer. Esto era recomendación directa de Natalia, y la verdad es que acertó. Se trata de una torre similar a la de París (pero pintada de rojo) de 333 metros, cuyo mirador principal se encuentra a 150 metros. se tiene una vista espectacular de la ciudad, aunque no estás por encima de todos los rascacielos (hay otro mirador a 250 metros pero te cobran un suplemento muy cafre y encima había una hora de espera). Vimos atardecer con la silueta del monte Fuji de fondo, todo un lujo (porque no es habitual que se vea, hace falta un día con cielo raso y sin neblina).



Al salir fuimos a dormir al hotel cápsula. Si os habéis leído esta parrafada es solo por la promesa de que hablaría de ello, lo sé. Se trata de un edificio separado por zonas: tenemos un piso para cápsulas de hombres, otro para las de las mujeres, y otros dos pisos con el ofuro y sala de descanso de cada sexo. La cápsula cuenta con una tele, radio (la mía no iba por eso), luz y alarma. Solo te aisla del resto una cortina o persiana (dependiendo de la cápsula) y oyes a todos los de tu alrededor (la tele o sus ronquidos). Cuando fuimos a mear a la zona de los baños, miré hacía el ofuro y había una persona bañandose. Tenía la espalda completamente tatuada con unas formas similares a dragones... no se si lo sabeis, pero en Japón no se tatúan, porque los tatuajes se asocian a los Jakuza (mafiosos japoneses), y menos uno de ese tamaño. Así que es practicamente seguro que aquel pavo fuera un jakuza... que mal rollo.


En fin, después dormir nos fuimos al Edoya a hacer  el checking. Lo que hicimos ese día lo guardamos para el siguiente artículo. Como adelanto, deciros que visitamos Kawagoe y al día siguiente fuimos al mercado de pescado y al restaurante ninja, entre otros sitios. Como despedida y para no romper la tradición, más fotos de los sakura de esos dos días.




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